El egipcio más antiguo con un
títulos médico fue Hesy-Re, de la tercera dinastía (2620 a.C.), especializado
en problemas dentales. Por los títulos y jerarquías, deducimos que los médicos
egipcios constituían una clase y que garantizaban al público la calidad de su
ciencia bajo la vigilancia del Estado: eran funcionarios retribuidos para
cuidar gratuitamente a los enfermos. Además estaban asistidos por enfermeros,
masajistas y vendedores, e incluso podían atender también a animales.
Hoy se conocen los logros de la
medicina egipcia por hallazgos arqueológicos, que muestran imágenes de enfermos
que solían verse cotidianamente: obesos, acondroplásicos, paralíticos,
elefantiásicos, etc.
En el estudio moderno de las
momias se han encontrado estigmas de toda suerte de enfermedades y huellas de
algunas terapias aplicadas.
Los médicos sumaban varias
especializaciones, debido a sus profundos conocimientos, y llego a existir una
especialidad para cada órgano. En particular, la traumatología alcanzó notable
desarrollo debido a las construcciones faraónicas, para tratar las fracturas de
los accidentados.
Conocían también la relación
entre cerebro y músculo y la existencia de casi todos los órganos humanos, asi
como parte de su funcionamiento biológico. La práctica de embalsamiento de
cadáveres les permitió conocer con profundidad la anatomía humana.
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