jueves, 9 de febrero de 2017

La Maldición de Tutankamon

La idea de profanar una tumba y el cadáver enterrado en ella, suscita los más terribles presagios de mala suerte y muertes.
Aquel 26 de noviembre de 1922 se desato la maldición más terrible: la maldición de tutankamon; a las puertas de la tumba se encontraron Howard Carter, su descubridor, Lord Carnarvon, su mecenas, lady Evelyn Herbert, hija de Carnarvon, Arthur Callender, su ayudante y hasta 20 personas más, entre ayudantes, científicos y altas personalidades.
¿Maldición? ¿Pura casualidad? Ha habido tumbas en las que se han encontrado tablillas gravadas con una maldición, costumbre que tenían desde que estas tumbas eran saqueadas, como medio para ahuyentar a los ladrones. Sin embargo, Howard Carter siempre mantuvo que nunca encontraron una tablilla así.
Ha habido científicos que adujeron que todo se debió a la inhalación de gases, pero siempre se suelen tomar las medidas necesarias sabiendo que una tumba cerrada durante tantos años expulsa al exterior en su momento de la apertura infinidad de bacterias. Generalmente, suelen dejar la tumba abierta dos días, para que se airee, antes de entrar.


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